Una relación de pareja sana está basada en la mutua confianza y en el deseo de crecer personalmente haciendo crecer al otro. Cuando se descubre una infidelidad está confianza se ve truncada de cuajo. Cuando la relación es aparente buena, la persona que descubre la infidelidad entra en estado de “shock”, se produce un bloqueo, incredulidad y por supuesto una ruptura total de la confianza. El sentimiento de pérdida e incomprensión es muy profundo, mezclado con una profunda rabia y confusión. Hay pacientes que me describen la situación como si se sintieran fuera de la realidad, como si no supieran dónde están. Puede suceder una primera fase de negación: “no es posible”, “no me lo puedo creer”. La reacción de las mujeres que han descubierto una infidelidad puede ser muy diferente. Unas esperan y provocan que sea la pareja quien lo pueda expresar. Otras inmediatamente acuden a hablar con la pareja y a pedir explicaciones, otras mujeres actúan como si nada hubiera ocurrido. Unas quieren saberlo todo y otras prefieren no saber nada
Lo que sí es muy habitual es que las personas desarrollen lo que he dado en llamar el síndrome de hipervigilancia, que consiste en que personas que no son nada controladoras desarrollan continuas conductas de comprobación, pueden gastar toda su energía en buscar las claves de internet para comprobar la sospecha, comprueban todo tipo de mensajes en el móvil, rastrean el correo electrónico, escrutan el listado de llamadas de la factura de teléfono. Cuando suena el teléfono móvil les genera una gran inquietud, y si sienten que su marido se aparta para tener la conversación en privado genera una profunda sospecha e inquietud. Mujeres normales, nada celosas, nada controladoras, que ante un hecho tan doloroso necesitan entender qué es lo que está pasando. ¿Porqué, porqué?, ¿desde cúando? ¿qué tiene esa que no tenga yo? Esas y muchas más preguntas martillean la cabeza de la mujer que sufre una infidelidad. Preguntas que intentas responder y que una y otra vez vuelven a la cabeza de forma obsesiva.
Las personas que sufren el síndrome del vigilante, están irritables, les cuesta conciliar el sueño y les vuelve una y otra vez las mismas preguntas. Conforme van pasando los días, más necesitan comprobar y comprobar. Remueven cualquier rincón de la casa con tal de obtener conformación. Les resulta muy difícil concentrarse en otra cosa que no sea el drama de la infidelidad. El rendimiento en el trabajo o en las tareas cotidianas disminuye, es un dolor que lo inunda todo. Quisieras quitarte estas preguntas de la cabeza y no puedes, necesitas comprobar más y más. Entender. Quieres hablar con tu pareja pero tienes miedo que lo niegue y eso incrementa la herida por eso necesitas por ti mismo obtener las respuestas. O lo hablas haciendo siempre las mismas preguntas generando una sensación de rechazo que hace más profunda tu herida.
Una de las cuestiones que más dolor provocan es después de descubrir la infidelidad que tu pareja lo niegue. El mecanismo de negación es el más habitual en las parejas que son infieles, por eso los que sufren la infidelidad quieren estar bien seguros. Es comprensible, pero ojo, estas conductas comprobadoras tienen un riesgo
¿qué puedo hacer entonces?
- Comparte tu dolor con las personas de más confianza, las personas que más te quieren. Vives un torbellino de emociones y necesitas que las personas de confianza te den seguridad. Pero ojo, elige bien a quien le haces participe de tu problema, porque compartir tu dolor no es pregonarlo a los siete vientos de forma indiscriminada. De esta manera solo conseguirás estar en boca de todo el mundo y el sentimiento de vergüenza y humillación será mayor. Busca hacer actividades con estas personas que te resulten gratificantes y procura no hablar continuamente del tema como un disco rayado.
- Date tiempo. No sabes si hablar con tu pareja, si echarle de casa, si esperar a que te cuente, si recriminarle. Este momento de confusión es un buen momento para consultar con un profesional para poder aclarar las cosas. No des pasos en falso, no digas cosas que luego no seas capaz de cumplir. Es importante que no se active demasiado este síndrome del vigilante. Obsérvate, cual es la emoción dominante: el miedo a la pérdida, el sentimiento profundo de fractura, te domina la rabia de seguir amando a quien te ha traicionado, el deseo de venganza, el sentimiento de vergüenza o tal vez un poco de todo.
- Si te decides a hablar con él pon las cosas claras con tu marido Pide que te explique las cosas que has descubierto. Su actitud es muy importante. Puede que lo niegue todo, puede que reconozca los hechos y se muestre arrepentido. Lo primero es más dañino, es una herida sobre otra herida, lo segundo no te bastará pero ayuda a no incrementar el malestar. Es un primer paso. Solo será creíble su arrepentimiento si está dispuesto a romper totalmente el vínculo con la amante, debe hacerlo de forma explícita y definitva.
- No te compares con la otra mujer. Te llenarás de rabia contra ella pero también es
posible que te desvalorices. Los errores de tu marido no puedes transformarlos en autocrítica. No vales menos por los errores de tu marido.
- No te obligues a perdonar. Para sanar la infidelidad es fundamental el perdón. Pero el perdón es un proceso, a veces largo, que no se puede imponer. Las personas no deberían aconsejar el perdón, porque puede generar sentimientos de culpa en la persona que ha sufrido la infidelidad, es normal que te sientas incapaz de perdonar. Todo necesita su tiempo.
- Ten claro que la infidelidad puede sanar y que con la guía de un buen profesional será una ocasión para clarificar los problemas de la relación, afrontarlos y que la relación sea satisfactoria para ambos.
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